jueves, 16 de agosto de 2012

Los Esclavos felices = Los Dependentistas


Yo que nací y me forjé como superhéroe en el contexto de la guerra civil y la II Guerra Mundial he padecido desde siempre los argumentos dependentistas, para justificar la administración española y francesa de los territorios vascos, augurando las mayores calamidades en la circunstancia de que los vascos pudiéramos ejercer nuestra soberanía.

Desde España, concretamente, siempre se han vaticinado catástrofes políticas, humanitarias, económicas y hasta climatológicas en el caso de que los vascos rompiéramos nuestros vínculos administrativos con nuestros amos del sur.

Tener que “comer hierro”, incluso después de inventado el comercio, era una expresión muy utilizada por quienes nos han hecho comer plomo y fuego.

Para los dependentistas, a la españolísima tutela debíamos deber todas las bondades que la Providencia nos permitía: desde el buen tiempo hasta las vacaciones estivales y las pagas extras…

Yo intentaba recordar cómo el Estado español nos había enviado médicos para curarnos de nuestras enfermedades y técnicos para enseñarnos a trabajar, crear industrias y empresas. Cómo nos habían mandado ayuda en caravanas con medicinas y alimentos para que pudiéramos sobrevivir en nuestras estériles tierras. Pero no había manera. Solo recordaba que nos hubieran enviado maestros con “anillos”, funcionarios estatales, policías y militares. Casi, casi… nada bueno.

Hoy más que nunca es evidente que el infierno que nos presentaban caso de llegar a ser los vascos independientes no existe. Y si algo se le parece es quedarnos atados a la España, que, en el mejor de los casos, como diría Machado, se aburre y bosteza. Y en el peor, se corrompe y estafa, no produce y se adeuda.

Sólo los más recalcitrantes esclavos felices, los más obcecados dependentistas, lo más granado de la colonia española en nuestra tierra (y con los cambios antidemocráticos que se avecinan, fuera de ella), pueden seguir defendiendo que lo conveniente y prudente es seguir amarrados al nefasto reino español, que se hunde irremisiblemente por culpa de sus propios vicios, estructuras y problemas. Sólo los fanáticos ahora, los “que se dejan llevar por ensoñaciones políticas”, los irrealistas, pueden defender en 2012 la dependencia de España.

Sea para ellos mi más compasivo saludo y mi estímulo, que, caso de que se proclame, de una vez, la República vasca, para bien o para mal, caso de necesitarla, siempre tendrán a España bien cerca.

El Increíble Capitán Euzkadi

Salud y República vasca